Productores de Chiloé son pioneros en impulsar la adquisición y cría de perros pastores mestizos para proteger el rebaño ovino de los pequeños agricultores, ante eventuales ataques de perros asilvestrados.
Se mueve juguetona por
el predio mientras muerde un hueso. Se detiene, salta nuevamente y se acerca hacia el rebaño de ovejas mientras éste pastorea tranquilamente en la pradera. Sin duda una escena que se repite en la
mayoría de los campos en Chiloé, salvo por una diferencia. Se llama “Chispita” y es una perra pastora. Chispita es parte de un proyecto que viene impulsando el área INDAP Quinchao desde el año 2007 y
que ha buscado desarrollar la crianza de perros mestizos para proteger al rebaño del ataque constante de perros asilvestrados en los campos de la isla. Una práctica ancestral en nuestro país y que ha
tenido gran éxito, sobre todo en el cuidado de rebaños de cabras y ovinos en la pre cordillera andina, en donde no sólo existen perros asilvestrados, sino que también la amenaza del puma, predador
que en una sola noche puede diezmar a un rebaño desprotegido. BAJAR MORTALIDAD “De esta manera la crianza artificial de perros pastores mestizos para proteger el rebaño ovino se sustenta en varios
factores, como los costos de implementación, que son muy bajos, costos de permanencia, el tiempo de dedicación total, y por supuesto, en los excelentes resultados finales, donde la mortalidad por
ataques de perros es prácticamente cero, lo que aumenta los ingresos de la pequeña agricultura y les permite un real desarrollo productivo”, señala Francisco Márquez, ejecutivo integral de INDAP en
Quinchao, quien ha liderado junto al equipo del área este trabajo en la isla. De todas maneras, reconoce el profesional, hay un tema de credibilidad de esta práctica que aún ha sido difícil de
implementar para que sea masiva. “Además, hay que dedicarse y trabajar de buena forma para que el animal se transforme en un buen perro pastor, de una crianza desde pequeño como si fuera una oveja
más, de preocuparse del manejo sanitario, de una correcta alimentación y de un trato especial con el animal, ya que no es un perro más de la casa, es un protector específicamente del rebaño”,
puntualiza. CAMBIO RADICAL Bien lo sabe María Angélica Loaiza, pequeña agricultora dedicada la producción ovina y también la dueña de “Chispita”, que llegó ya hace un año para combatir las pérdidas
por ataque de perros asilvestrados. Este trabajo ha permitido que la agricultora pueda aumentar su rebaño de 12 a 18 vientres y con expectativas de seguir creciendo gracias a la protección de su
perra pastora. “Chispita llegó con apenas 4 días al campo. Yo al principio no estaba muy convencida de este proyecto, pero con el tiempo me he dado cuenta lo importante que ha sido para cuidar a mis
ovejas. Acá toda la isla está sufriendo con el ataque de jaurías de perros y en este año que he tenido a Chispita conmigo, realmente nunca más he sufrido pérdidas por culpa de los perros. Estoy muy
contenta con ella y ojalá que más agricultores puedan tener un perro pastor en sus campos”, destaca la productora. SOLUCION CLARA Al respecto, el director regional de INDAP, Enrique Santis, destacó
el trabajo y la propuesta del área para que esta práctica se adopte en los equipos de asesoría técnica, comenzando por realizar una parcela demostrativa con un perro protector del rebaño ovino. Una
unidad por módulo tanto de Prodesal PDTI, como SAT Ovino. “Creemos que los productores y productoras que adopten esta tecnología deberían ser beneficiados con un estímulo económico productivo, es
decir con un PDTI que complemente el apoyo económico que ya se da para este rubro. De esta forma, y como lo plantea el área, la iniciativa podría ser un plan piloto para las comunas de Quinchao y
Curaco de Vélez, pero sin duda debiera aplicarse en toda la provincia de Chiloé”, afirma el directivo regional. “Gaucho”, también de un año y el emblema de este proyecto, “Panchita”, con ya 8 años,
son otros de los casos exitosos que se puede contar de esta práctica que espera replicarse en la isla, donde la necesidad existe, ya que el ataque de perros asilvestrados es permanente y deja
pérdidas millonarias. Al parecer la solución está clara, sólo hay que adoptarla.
“Toda la isla está sufriendo con el ataque de jaurías, y en este año que he tenido a Chispita conmigo, nunca más he sufrido pérdidas”, relata una agricultora.